Negocios

Reducción de jornada: ¿realmente funciona?

por Sara Martínez | 16 octubre, 2018

La reducción de jornada promete ser la solución para empresas y empleados. Por un lado, facilitaría la conciliación entre la vida laboral y la personal. Y por el otro lado, aumentaría la productividad, ya que al disponer de menos tiempo, los empleados lo aprovecharían más y mejor. La teoría es muy bonita, ¿pero qué pasa si lo llevamos a la práctica?

 

Una empresa neozelandesa puso en marcha el experimento y realizó una reducción de la semana laboral durante dos meses. Los empleados pasaron a trabajar cuatro días semanales en lugar de cinco recibiendo el mismo salario. ¿El resultado? Aumentó el compromiso y la motivación laboral, al mismo tiempo que el estrés se reducía y la productividad se incrementaba.

 

Ahora este estudio ha reabierto el debate de la reducción de jornada. Tanto es así que la Confederación de Sindicatos Británicos propuso el mes pasado introducir la semana laboral de cuatro días, con tres días festivos y manteniendo el mismo sueldo. El objetivo de esta propuesta es solventar los problemas de eficiencia y productividad, mejorando la calidad de vida de los trabajadores. ¿Sería factible esta medida en España?

 

Según un informe publicado por Randstad, en nuestro país la tasa de trabajadores que desean una reducción de jornada, y estarían dispuestos a aceptar una reducción de su salario, se sitúa en el 3,8%, la cifra más alta de los últimos años. Este dato no sorprende demasiado, teniendo en cuenta que la jornada laboral en España se sitúa en 8 horas diarias, sin contar tiempos de desplazamiento y comida, la conciliación laboral resulta bastante difícil. Claro que no todo es blanco y negro, y la semana laboral de cuatro días es una medida con muchos matices.

 

 

 

Pros y contras de la reducción de jornada

 

 

Motivación de los empleados

 

No hay duda de que un empleado que puede conciliar el trabajo con su vida personal se siente más motivado. Es más eficaz, trabaja con mayor energía y tiene una mayor capacidad para gestionar mejor el tiempo.

 

Al mismo tiempo, el empleado se siente más implicado y comprometido con la empresa. Esto se debe principalmente a que los profesionales valoran mucho la conciliación y, al disponer de menos tiempo para finalizar las tareas pendientes, el sentido de la responsabilidad es mayor.

 

 

Reducción del estrés

 

La reducción de jornada también supondría una reducción del estrés y el cansancio. Sin embargo, al establecer una semana laboral más corta, aumentarían inevitablemente la jornada diaria de trabajo, concentrando las 40 horas semanales en tan solo cuatro días de trabajo.

 

El problema de la jornada intensiva es que esto podría tener un efecto contrario al deseado, generando más estrés y disminuyendo la concentración y la eficacia de los empleados.

 

 

Mayor productividad

 

No hay duda de que la duración de la jornada laboral influye notablemente en la productividad. Si tenemos menos horas para trabajar, perderemos menos tiempo, aumentamos nuestro rendimiento y nos concentraremos más en las tareas importantes.

 

Sin embargo, si estas tareas son algo largas complejas, es posible que el empleado necesite más tiempo para desarrollar todo su potencial y conseguir finalizarla la tarea con éxito. En este caso, la reducción de jornada podría generar un importante desequilibrio. Por ello, lo mejor es que cada empresa decida cuál es la forma más adecuada de obtener la mayor productividad posible, siempre atendiendo a sus necesidades e intereses.

 

 

Menos gastos

 

Si no existe reducción de salario el aumento productividad tiene que ser tangible, ya que de otro modo los resultados de la empresa no mejorarían, más bien lo contrario. Además, en muchos sectores la reducción de jornada implicaría la contratación de más personal para llegar a la misma facturación.

 

Por otro lado, los estudios realizados afirman que al reducir la jornada a cuatro días semanales, se reduciría el gasto de energía y los costes de funcionamiento de la empresa.

 

 

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